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Impacto del cambio climático en las especies cinegéticas

El cambio climático es un tema recurrente en la actualidad por muchos motivos. Sus consecuencias a corto y largo plazo alarman a todos los sectores, incluyendo como es evidente al de las especies cinegéticas. Los climas extremos provocarán alteraciones importantes en el comportamiento de estos animales.

En el caso de España, estar localizado en una latitud lo convierte en un territorio sumamente sensible hacia estos cambios. Las olas de calor, lluvias torrenciales y estaciones que no coincidirán con los patrones estándares, irán transformando de poco a poco la caza como la conocemos hoy en día. Estas son algunas consecuencias que se deberían considerar.

El estrés térmico y sus repercusiones en las especies

El calentamiento global impactará directamente a especies como los ciervos, quienes sufrirán del estrés térmico. El estrés por calor afecta negativamente el bienestar de un ciervo joven en sus primeros meses de vida. A pesar de que el ciervo ibérico es reconocido por su gran adaptabilidad a múltiples temperaturas, sufrirá de este.

Se ha demostrado que los cervatillos expuestos al estrés de las altas temperaturas, ven afectado su crecimiento. Esto en especial en los machos, entre los cuales se puede diferenciar su crecimiento de aquellos no expuestos a esta clase de estrés.

Un desarrollo menor de los ciervos jóvenes podría afectar negativamente la gestión de fincas o cotos de caza. Un menor desarrollo en sus machos provocaría la aparición de enfermedades y que su depredación sea más fácil. Logrando una disminución considerable en su reproducción en general. Los episodios de temperaturas extremas no son suposiciones, estos están presentándose cada vez con más frecuencia, y son gestionados al darle el mantenimiento propicio a los puntos de agua en el coto, o a su vegetación.

Desequilibrios notorios en los ecosistemas

Las temperaturas elevadas y las precipitaciones abundantes generarán desequilibrios que no podrán ser ignorados. Si bien algunas especies tienen mejores capacidades que otras para adaptarse a estos cambios, se creará un nuevo equilibrio en donde habrá ganadores y perdedores.

Especies como mamíferos o córvidos tienen la capacidad para vivir en ambientes urbanos o hábitats agrícolas modificadas, lo cual los hará los ganadores de estos cambios. Si se considera que los zorros o los cánidos y roedores no son selectivos al momento de alimentarse, su dominación es probable.

En cambio, aquellas especies que podrán ser perdedoras son aves como la codorniz, la perdiz o la becada. Estas son especies que necesitan nidificar en el suelo, así como alimentar con insectos a sus crías las primeras semanas. Ello afectaría su reproducción.

También hay otros animales que no están en ninguno de estos extremos, como la liebre o el conejo. Estos están en un espacio intermedio. Porque puede que su hábitat sea alterado, pero al mismo tiempo, tienen una alta capacidad reproductiva para compensarlo.

Aparición de un mayor número de enfermedades

Mientras más incrementen las temperaturas y las precipitaciones sean más frecuentes, el número de insectos crecerá. Son los insectos los responsables del contagio de millones de patologías. Esto puede apreciarse en el presente, a medida que los inviernos van disminuyendo en tiempo e intensidad, la expansión de afecciones desconocidas o no tan frecuentes en la fauna se ha hecho notar.

Brotes de mixomatosis o la enfermedad de Lyme están presentes en la región Ibérica. Esta última afecta tanto a humanos como a perros, y es transmitida por garrapatas. Las mismas garrapatas que al no ser detenidas por el clima del invierno, tienen más libertad para reproducirse. Es lo mismo con la mixomatosis que afecta al conejo y la liebre, al ser transmitida por pulgas y mosquitos.

La exposición a estas enfermedades no es positiva, ni para las especies cinegéticas, ni los cazadores o las personas que trabajan en el campo o con contacto animal. Además, se debe considerar que las plagas y especies invasoras podrían beneficiarse del calentamiento global. Los climas templados son más amigables con los roedores en el invierno, lo que daría más espacio a las ratas para dañar nidadas. Sean especies nativas o invasoras, un crecimiento exponencial a causa del clima sería perjudicial.

Cambios considerables en las fechas de caza

El calendario cinegético como es conocido también puede ser cambiado por el calentamiento global. Con este, la primavera anticipada podría adelantar hasta meses los tiempos de celo de muchas especies. Lluvias abundantes o temperaturas altas provocarán un destiempo en las épocas reproductoras, como es el caso de las perdices, que podrían tener puestas tardías por esto.

A medida que los años avanzan, será más complicado que el frío llegue, y esto influirá en las fechas hábiles de caza. Las cuales terminarán dependiendo del clima en cada temporada, y los periodos de celo de los animales. Lo más probable es que el calor y la sequía vayan guiando el calendario anual.

La adaptabilidad de los cazadores tendrá que ser más grande que nunca con estos cambios. Aunque es complicado predecir cómo serán afectados los celos en los próximos años, puede que, en el futuro, por ejemplo, las codornices terminen siendo cazadas con las primaveras tardías.

Desplazamientos importantes hacia el norte

Las especies cinegéticas representativas del mediterráneo como corzos, ciervos y jabalíes buscarán inevitablemente escapar de las sequías y altas temperaturas. Para ello, irán al norte, mientras que aquellas especies de altura como los rebecos o becadas, tendrán un hábitat más reducido.

Las aves tampoco son inmunes, de hecho, se ha registrado que la perdiz pardilla o el urogallo están concentrándose en altitudes más mayores con el pasar del tiempo. La codorniz que solía migrar a cuarteles africanos, prefiere ahora estar Andalucía y Extremadura en invierno.

Con respecto a las especies de caza mayor, como el jabalí, se cree que su distribución será reducida, porque se espera que el sur peninsular se transforme en un secarral, un terreno muy seco. Las especies que son migratorias buscarán climas concretos para sus crías e invernadas, estas se irán encontrando más al norte por igual.

Una demanda más alta en los animales de granja

La caza de animales silvestres puede que en un futuro se convierta en una actividad más exclusiva de lo que es en el presente. Del otro lado, la demanda de animales de granja aumentará.

Aun así, hay que destacar que la reducción de la caza de especies silvestre no es completamente culpa del cambio climático. Otros factores como la reducción de su hábitat y gestiones cinegéticas ineficientes han influenciado en ciertos cotos.

Para las especies silvestres es cada vez más complicado adaptarse a los cambios ambientales. Por ejemplo, las primaveras muy frías o lluviosas hacen que sea difícil conseguir insectos en el suelo a las perdices. Dificultando así, que estas puedan alimentar a sus crías.

Considerando esto, la liberación de otros ejemplares como la libre, el conejo o las perdices se irá convirtiendo en el medio más accesible para continuar cazando. Las temporadas, modalidades y las especies a cazar no serán las mismas de otras generaciones atrás. Es una realidad que los seguidores de este deporte ancestral tendrán que ir asimilando.

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