En el clima actual, es usual que los aficionados a la caza tengan que enfrentarse a muchos debates tratando de defender su interés por esta actividad. Puede que, vista desde el exterior y sin el conocimiento necesario, sus objetivos reales y su posición ante la naturaleza, sean malinterpretados. Especialmente en manos de quienes desconozcan sobre la historia y legado de la actividad cinegética.
Uno de los grupos que más críticas han expuesto en contra de la cacería, son los denominados animalistas. Quienes aseguran resguardar los derechos animales y protegerles del maltrato. El enfrentamiento entre cazadores y animalistas es hasta cierto punto inevitable, pero ¿las críticas hacia la cacería por parte de los animalistas tienen sentido?
La respuesta es mucho más compleja de lo que parece. La caza ejerce un impacto positivo en la biodiversidad y el aporte económico de los cazadores ha sido la inversión necesaria para mantener vivas a muchas especies animales, por más irónico que pueda sonar para algunos detractores. Y a continuación, se indagará más en cómo la cacería se defiende ante las acusaciones en su contra.
La caza es la forma más justa y sana de obtener carne
Uno de los argumentos principales de quienes están en contra de la cacería, es que esta no es necesaria porque es una actividad rudimentaria que debería quedar en el pasado. En otras palabras, si se quiere consumir carne, se puede comprar en el supermercado. Pero la realidad es que la carne de la caza es la carne más sana y justa que puede conseguirse si se le compara con la carne industrial.
En los cotos de caza, los animales suelen hacer su vida con relativa tranquilidad y en libertad. Esto quiere decir que un jabalí o una perdiz viven libres en sus entornos sin estrés añadido por los cazadores. Los humanos son depredadores, sí, pero no son los únicos, es parte del equilibrio de sus hábitats.
La vida de una especie silvestre consiste en resguardarse de depredadores, alimentarse y procrearse. En cambio, la vida de muchos animales de granjas, sobre todo los pertenecientes a la industria intensiva, son transcurridas en condiciones lamentables. Quizás nunca puedan ver la luz del día.
Viéndolo de este modo, ¿cuál es la forma más ética de obtener carne? Además, la carne de caza suele ser libre de infiltración química, y tener una gran calidad para la dieta de quien la consuma.
La caza no busca imponer un modelo alimentario para todos
Otro colectivo que suele expresar su disgusto con la cacería, es el colectivo vegano y vegetariano. Algunos veganos y vegetarianos objetarán que el consumo de todo tipo de carne, no es ético y es una muestra de crueldad animal.
Sin embargo, cualquier persona que consuma carne estará de acuerdo con que esta es parte de su modelo alimentario, uno que ha sido propiciado por la misma evolución del ser humano. Aun así, la posición de no alimentarse de animales, es totalmente respetable. Cada persona tiene autonomía sobre la forma en la que se alimenta.
En este caso, es lo que se quiere resaltar. Cada quien debería comer aquellos alimentos que se alineen con lo que crea correcto. No está bien satanizar lo uno o lo otro, o usarlo como un argumento para acusar a otros de carecer de ética.
La caza se basa en la sostenibilidad y el equilibrio
Un cazador no busca tampoco atacar y dañar a la naturaleza sin medir las consecuencias. Por el contrario, la cacería en la actualidad es una práctica que está diseñada para ser sostenible, para así mantener el equilibrio entre la fauna y el medio ambiente. Se busca mantener el balance entre las necesidades humanas y el control de las poblaciones animales.
Incluso, se tiene como objetivo la preservación a largo plazo de especies o ecosistemas que, de otro modo, no serían tomados en cuenta con la consideración necesaria. En la cacería moderna se promueve su uso responsable y el aprovechamiento ético de los recursos naturales.
Por ejemplo, la caza sostenible prohíbe la sobreexplotación de poblaciones animales y las gestiona adecuadamente para garantizar su supervivencia a largo plazo. También, la caza sostenible es ejercida de manera controlada o selectiva, y aprovecha al máximo a los animales cazados.
Usar su carne, piel y los productos derivados de estos, es habitual para evitar su desperdicio; así como lo es promover métodos de caza humanitarios en los que se busca minimizar el sufrimiento innecesario de las especies cazadas.
La caza es necesaria para el control de poblaciones animales
Un animalista también podría usar como argumento en contra de la caza que es un acto banal y sirve sólo para la satisfacción del cazador, cuando no es así. Si bien un cazador lo es por el amor que tiene hacia esta práctica y sus beneficios para sí mismo, si se analiza más allá de lo evidente, se tendrá que la caza ayuda al control de poblacionales animales.
Nada más basta comparar a los parques nacionales en los que se prohibió a la actividad cinegética, con los terrenos en los que no. En los primeros las poblaciones de animales como jabalíes o ciervos han crecido más de lo soportable por el entorno donde habitan. Complicando con ello el acceso al alimento, fomentando enfermedades y generando daños a cultivos o granjas.
Una piara de jabalíes puede destrozar un maizal con facilidad, una sobrepoblación de conejos puede acabar con las vides con la misma facilidad, o un exceso de corzos puede reducir el pasto en el que el vacuno se alimenta.
Hasta aquellos animales que no tienen más depredadores a excepción del ser humano, pueden hacer daños incalculables al ser prohibida su caza. El lobo es un ejemplo de ello. Para el lobo será más cómodo atacar a una oveja que a un jabalí o a un corzo, los cuales se jugarán la vida con tal de defenderse. Como si fuera poco, un lobo no mata únicamente para comer, por eso al entrar en algún corral quizás acabe con toda vida en este, lo que sería una gran tragedia.
La caza es un ejercicio de conocimiento y respeto hacia el animal
Asimismo, un animalista podrá acusar a un cazador de odiar a los animales, pero, es un prejuicio el pensar que todos los cazadores detestan a los animales. Es lo opuesto. El lazo afectivo que los cazadores desarrollan con sus perros de caza o la admiración que pueden sentir hacia ciertas especies silvestres, está allí.
Amar a los animales puede también significar aprovechar justa y sosteniblemente lo que estos son capaces de dar. Para ser un buen cazador es necesario respetar y profundizar su conocimiento sobre aquellas especies que está dispuesto a cazar.
Horas y horas en el monte, hacen valorar más que nunca la belleza que hay detrás de un coto de caza. Por igual, un cazador puede intervenir creando balsas y charcas para que en las sequias, los animales puedan beber. Así como, reforzar la comida para ciertas especies. Algunas veces, ni siquiera es con el propósito de atraer a los animales, sino para auxiliar a la fauna y retribuir un poco de lo que está ofrece.
La cacería es más que un simple juego para un cazador responsable, es un estilo de vida que enseña a las personas sobre las cosas que realmente importan en la naturaleza.